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Los libros que integran los comienzos de la literatura en lengua no latina, en lengua vernácula, están plagados de referencias a músicos, acróbatas, poetas…, en una palabra: juglares. La refinada poesía árabe de El collar de la paloma, las 99 adivinanzas de El libro de Exeter o las tiernas quejas de amor de Las jarchas confeccionarán el repertorio que juglares, segreles y trovadores difundirán por toda Europa.
 
    
 
    
 
    
    Anónimo, Las mil y una noches
    Ed. Edicumunicación, Madrid 1988
     
En efecto, Feliz-Bella había consagrado sus ratos de ocio a aprender el Corán, las ciencias, la hermosa escritura cúfica y la corriente, las bellas letras y la poesía, y el manejo de los instrumentos musicales. Y había llegado a adquirir tal habilidad en el arte del canto, que sabía cantar de más de quince modos distintos, y basándose en una sola palabra del primer verso de una canción, podía prolongar durante varias horas, y hasta una noche entera, variaciones infinitas que arrebataban con sus ritmos y sus trémolos.
 
    
    Einhard; Vita Karoli Magni, Das leben Karls des Groben
    Edl Reclam, Stuttgard 1996
    
    Vitam et conversationem et ex parte non modica res gestas domini et nutritoris mei Karoli, excellentisimi et me famossisimi regis, postquam escribere animus tulit, quanta potui brevitate
    conplexus sum, operam inpendens, ut de his quae ad meam notitiam pervenire potuerunt nihil omitterem neque prolixitate narrandi nova quaeque fastidientium animos offenderem;
 
    
    Anónimo, Heliand
    Ed. Marcial Pons, Madrid 1996
     
Ludovicus praecepit namque cuidam viro de gente Saxonum, quid apud suos non ignobilis vates habebatur, ut vetus ac novum Testamentum in Germanicam linguam poetice trasferre studeret, quatenus non solum literatis, verum etiam illiteratis sacra divinorum praeceptorum lectio panderetur.
    
     
 
    
     Anonymous, The Exeter book
    Ed.  Exeter Exeter College of Art and Design, No date
    
    Wiht is wrætlic · þam þe hyra wisan ne conn
    singeð þurh sidan · is se sweora wōh
    orþoncum geworht · hafaþ eaxle tua
    scearp on gescyldrum · his gesceapo . . .
    . . .
    þe swa wrætlice · be wege stonde
    heah ond hleortorht · hæleþum to nytte    
 
    
    Álvaro Galmés de Fuentes, Las jarchas mozárabes. Forma y significado.
    Ed. Grijalbo, Barcelona 1994
    
    Ya el primer editor de las jarchas, S. M. Stern, supone que éstas son canciones románicas populares, cantos de doncella enamorada, análogos a las cantigas de amigo gallego-portuguesas. Esta
    analogía salta a la vista en las muestras aportadas por Dámaso Alonso, pero a ella hubo de añadir R. Menéndez Pidal una relación, evidentemente también, con los villancicos castellanos, y
    finalmente, Margit Frenk Alatorre, con los estribillos franceses.
    
 
    
    Anónimo, El Kalevala
    Ed. Bérguam, Madrid 1967
    
    El viejo e imperturbable Vainamoinen pasaba los días de su vida en los bosques de ellos, de Kalevala. Allí entonaba sus cantos y al hacerlo, como era sabio en cosas graves y secretas, manifestaba
    su ciencia.
    Día y noche sin interrupción resonaba su poderosa voz a la que rendían pleitesía inclinándose ante ella, sometiéndose, ora obedeciendo, si ello era preciso, plantas, animales, cosas y elementos.
 
    
    Anónimo, El Kalevala
    Ed. Losada, Buenos Aires 1999
    
    El viejo, el impasible Wainamoinen, dijo: <<De los huesos del sollo se podría hacer un kantele, si se pudiera hallar un maestro capaz de fabricarlo.>>
    
 
    
    Anónimo, Ruodlieb
    Ed. Gredos, Madrid 2002
     
    Cuando los juglares con sus dedos arrancaban de la lira sones
    éstos [osos amaestrados] danzaban y el ritmo con sus zarpas alternaban.
    Entre tanto, saltaban y volteretas daban:
    El uno llevaba al otro en la espalda y, sentándose,
    abrazándose y peleando, rodaban por el suelo.
    
    
    
 
    
    Ibn Hazm, El collar de la paloma
    Ed. Alianza, Madrid 2004
     
    Había en el sarao otras cantoras, a más de aquella esclava; pero cuando le llegó a ella su vez, templó el laúd y se arrancó cantando estos versos antiguos:
    Un mancebo hermoso como una gacela, par de la luna llena
    o del sol cuando luce abriéndose paso entre las nubes,
    cautivó mi corazón con sus miradas lánguidas
    y con su talle parecido a una rama en su esbeltez.